lunes, 3 de mayo de 2010

La pala

Bajo la pluma con una sonrisa, pero ésta desaparece al instante. Fuera, alrededor de la casa, se oye un ruido ensordecedor. Javier me mira, pero yo estoy igual de asustada que él. Me llevo un dedo a los labios y le indico que guarde silencio. Me deslizo por el piso lentamente, camino a la puerta. Salgo con cautela.
Allí están todos: los Reyes, Princesas y Príncipes de todos los Colores, Artesanos, Ladrones… toda la gente a la que he ayudado. Todos congregados y con cara de enfado delante de mi casa.
La Reina hace que una de las Princesas me acerque una herramienta. Todos me miran con desdén, con odio, con superioridad.
La Princesa deja caer al suelo su mercancía y vuelve a acomodarse entre la multitud.
- Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no es cierto? – gritan todos al unísono.
Me arrodillo, acaricio la hierba y asiento con suavidad mientras recojo la pala. Me incorporo y empiezo a cavar con brío.
- Cavar un nuevo suelo, más profundo que el que estamos pisando; puesto que esto no es todo lo bajo que debo caer.
Comienzan a reír mientras cavo sin parar. El sol se oculta, pero no importa, ellos siguen ahí, observando.
Sé que él está mirando desde alguna parte también, pero no quiero mirarlo a los ojos. No se lo merece. No puedo hacerle eso. Es mi trabajo. Es mi castigo.

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