martes, 1 de diciembre de 2009

Y mientras

La princesa se enfada y gruñe. No sabe qué hacer, no sabe si seguir a la luna o quedarse con el sol deslumbrante que sale de noche. No acude a nadie, se encoge sobre sí misma.

Y mientras, la hechicera no sabe qué hacer.

El hechicero se enfada y gruñe. No sabe qué hacer, no sabe a qué hora amanecerá mañana ni si le gustaría bajar en ascensor o andando. No acude a nadie, se encoge sobre sí mismo.

Y mientras, la hechicera no sabe qué hacer.

La hechicera se pone triste, se enfada, gruñe. No sabe qué hacer. Solo puede esperar, cerca, de pie, al acecho. Las gotas de lluvia mojan su rostro, se deslizan por sus mejillas y se precipitan al vacio que la rodea. Mira al cielo: despejado, sin una nube, nada, no caen gotas. Y sin embargo, la piel de la hechicera se sigue mojando.

Y mientras, la hechicera no sabe qué hacer.