jueves, 10 de junio de 2010

El collar

Salgo de mi agujero, aún sin recuperarme del todo y entro de nuevo en casa. Javier me esperaba en la entrada, me abraza y me sonríe al apartarse.
- Ha venido alguien mientras no estabas – me dice.
Frunzo el ceño, ya que no había visto a nadie entrar en mi casa mientras estuve en el agujero.
- Quería tu collar, el que llevas puesto. Lo ha estado buscando, lo ha llamado, pero no lo ha encontrado.
Me llevo la mano al cuello y acaricio la cadena y lo que cuelga de ella. Sigo bajando la mano hasta llegar a mi pecho.
- Nadie se lo puede llevar. Ni el artesano más amable, ni el ladrón más hábil, ni la princesa más luchadora, ni nadie. Porque ni siquiera es mío.
Javier abre mucho los ojos y me mira extrañado.
- ¿No es tuyo?
Niego suavemente con la cabeza.
- ¿Y de quién es?
Sonrío y lo atraigo hacia mí. Lo rodeo con mis brazos hasta que nuestros rostros quedan a pocos centímetros. Me acerco aún más y le susurro al oído.
- Es tuyo. O…

martes, 1 de junio de 2010

Aire

Me canso de esperar dentro de casa. Puedo oír como pían los pájaros desde aquí, pero no puede verlos. Me levanto y abro la puerta rápidamente. Doy un paso, y respiro el aire del exterior. No es un aire limpio como el de mi casa. Es un aire rancio, mohoso, que me llena los pulmones inmediatamente. Intento expulsar ese aire contaminado, pero no puedo. Se ha quedado dentro de mí y en vez de salir, cada vez entra más y más.
Me relajo de repente al comprender lo que pasa, por qué ese aire esta así, por qué alrededor de mi cabaña. Miro el agujero que cavé hace semanas y recorro el pequeño trecho que me separa de él. Me deslizo dentro de él, y lentamente me acurruco en mi misma. Había oído hablar de este tipo de aire. Un aire creado artificialmente, pero no en un laboratorio, sino en la mente de una persona. Un aire de todo lo que piensa esa persona, de todo lo que le gusta, de todo lo que le corroe por dentro.
Aprieto un poco más los brazos en torno mis rodillas y miro hacia arriba. La luna empieza a brillar. Y en algún lugar, alguien afortunado podrá contemplar todo su resplandor. Yo… yo prefiero esperar aquí a que mi suerte cambie.