jueves, 30 de abril de 2009

Artesanos

- ¿Quiénes son los artesanos?
Coloco mis manos bajo la cabeza y miro fijamente al techo mientras hablo.
- Los artesanos. Son personas que construyen poco a poco un sentimiento, basándose en la perseverancia y el esfuerzo. A veces, cuando las princesas pasean por los mercados, quedan prendadas de sus cualidades, y ellos siempre les ofrecen sus productos finamente labrados. Hay princesas que eligen a un artesano y renuncian a su título y posesiones por él, y por supuesto, un príncipe también puede elegir a una artesana.
Ella asiente con la cabeza.
- Es algo extraño. Los príncipes y las princesas pueden estar con artesanos, y aún así, ser felices, aunque tengan que renunciar a todas sus posesiones.
- No es extraño, es perfectamente normal. Al final, lo que le importa a uno no son las propiedades materiales, sino un hueco en el corazón del ser amado.

jueves, 23 de abril de 2009

Clases

- Hay algo que no entiendo.
Me encojo de hombros.
- Pues pregunta.
Se acomoda en la cama y se prepara, escogiendo las palabras con cuidado.
- Dijiste que solo podías unirte a un hechicero pero, ¿podrías amar a alguien más?
Me río por lo bajo.
- Soy humana, claro que si.
- ¿Y los otros deben tener ser algo especial?
Me vuelvo y la encaro.
- No pueden ser reyes/reinas, ni príncipes/princesas, ni caballeros...
- Vale, y, entonces, ¿qué pueden ser?
Me llevo un dedo a los labios, pensativa.
- Están los artesanos, los ladrones y los locos.
Asiente, conforme con la respuesta.
- Y, ¿conoces alguno?
- Mañana, ahora estoy cansada.

martes, 14 de abril de 2009

Chocolat

Rompo un pedazo y me lo llevo a la boca.
- ¿Qué comes?
Trago rápidamente.
- Chocolate.
Frunce el ceño, extrañada.
- ¿Por qué?
Me encojo de hombros.
- Porque me apetece llorar.
Cojo otro trozo...

sábado, 11 de abril de 2009

Regalos

Él entra sin llamar y se sienta en el suelo. Espera pacientemente a que abra los ojos.
- Vienes demasiado pronto, ¿qué ocurre?
Baja la mirada, avergonzado.
- Quiero hacerle un regalo, pero no sé qué le podría gustar.
Pongo los ojos en blanco, y niego con desaprobación.
- A veces el mejor regalo no es algo físico, algo material. Las rosas se secan, la plata se ensucia, los vestidos se rompen...
Me mira expectante, con los ojos muy abiertos.
- Si no puedo regalarle algo perecedero, ¿qué regalarle?
- Regálale lo único que no puede morir entre ambos.
Me levanto y voy hasta la mesa. Cojo la pluma y garabateo unas letras.
Vuelvo a sentarme en frente de él y le entrego el papel doblado.
- Dentro encontrarás el regalo perfecto para ella.
Murmura un agradecimiento y sale por la puerta, sin hacer ruido.

- ¿Quién era ese?
Se me había olvidado que ella seguía aquí, tumbada en la cama.
- El Príncipe Azul.
- ¿Y qué ponía en la hoja?

Un sentimiento.

lunes, 6 de abril de 2009

A quién

- Bueno, ¿y ya le has arreglado la vida a alguien esta semana?
Me encojo de hombros y le doy la espalda, algo molesta por su sarcasmo. Pero ella no ceja en su empeño.
- Siete días son muchos días, y conoces mucha gente. A alguno habrás ayudado, ¿no?
Intento que sus palabras no influyan mi respuesta, pero resulta algo imposible.
- A quién ayude o deje de ayudar no te importa.
- ¿Eso es “a nadie”?
- Eso es a alguien.
Me mira, mas interesada ahora.
- ¿A quién?
Me río por lo bajo.

- Al viento.