lunes, 31 de mayo de 2010

Visiones

El Espíritu volvió a su bosque, dejándome sola de nuevo. Llevo cuatro días sola, cuatro días en los que he podido ver. Cada vez pasaba menos tiempo entre una visión y otra. He visto el futuro, y no uno muy lejano, sino uno que puede que ocurra hoy. Hoy, justo el día en que la Princesa Carmesí y él vuelven del Reino Entrerríos.
Me acerco a la mesa y miro la nota que dejé para Javier. No ha podido leerla, no ha venido aún. Pero ya no tengo miedo. Porque lo he visto, he visto el futuro, he visto lo que va a ocurrir. Tan sólo es cuestión de tiempo que vuelva, quizás menos de una semana.
Me siento delante de la puerta otra vez. Y vuelvo a esperar.

miércoles, 26 de mayo de 2010

El Espíritu del Bosque

Sigo sentada, mirando la puerta, sin moverme. Y de repente, unos golpecitos me sacan de mi trance. Miro a mi alrededor, todo tiene una claridad extraña, sobrenatural. Me arrastro de rodillas y abro la puerta lentamente. Ella es la que ha llamado a la puerta. El Espíritu del Bosque sonríe y se echa al suelo, a mi lado.
No dice nada, solo aguarda. Me arrimo más a ella y la abrazo con fuerza. Siento cómo una las lágrimas se acumulan en mis ojos cuando comprendo lo que ha pasado.
- ¿Han quemado el Bosque, verdad?
Ella asiente en silencio. Y cuando empiezo a creer que sus lágrimas rebosarán sus ojos, sonríe.
- La Tierra se recuperará, incendios hay en todas partes.
- Pero nunca te había pasado a ti.
Su sonrisa se hace más amplia y me abraza más fuerte aún.
- Las semillas volverán a sembrarse, las flores volverán a crecer, los árboles volverán a erguirse. Un incendio es un daño temporal, todo se arreglará dentro de poco.
Sonrío con ella.
- ¿Y tu? ¿Qué te pasa a ti? – pregunta ella.
Suelto un suspiro por lo bajo y vuelvo a mirar al hueco que ha dejado la puerta al abrirse.
- Sigo esperando a que vuelva.

domingo, 23 de mayo de 2010

La nota

Entro en la sala y dejo la bolsa a un lado. Recorro la casa en busca de Javier, pero no aparece por ningún lado. Después de un buen rato dando vueltas, me paro delante de la mesa de la entrada y respiro hondo. Suelto un pulso de energía, pero éste vuelve vacío.
Javier no está en casa, ni en los alrededores, simplemente ha desaparecido sin dejar rastro. Se ha ido sin avisar.
Cojo un trozo de pergamino y una pluma y empiezo a escribir.

Ya he vuelto del Reino Entrerríos. El Hechicero me ha dado permiso para que te quedes, aunque no ha concretado por cuánto. No sé adonde has ido, pero vuelve pronto, por favor.

Dejo la nota sobre la mesa y me siento delante de la puerta. Ahora sólo me queda esperar que vuelva pronto. Poco a poco, me voy sumiendo en un sueño que me hace caer al suelo. Y me quedo dormida mirando a la nota que he dejado en la mesa.

viernes, 14 de mayo de 2010

Rumbo al Reino

Cierro la puerta después de despedir a mis invitados. Javier me mira apoyado en la columna del salón.
- ¿Tu no te vas? – le pregunto bajando la mirada.
Él niega con la cabeza.
- Quiero quedarme aquí contigo.
Miro hacia el horizonte a través de la ventana, pensativa.
- No sé si eso es posible – digo con amargura.
Javier abre mucho los ojos y se sienta, desolado.
- Pero tú eres la Hechicera, ¿por qué no puedo?
Me siento el en sillón de enfrente.
- No es tan fácil. Yo no te envié aquí, no puedo controlarte. Pero en verdad me gustaría que te quedaras.
Nos quedamos en silencio unos minutos.
- ¿Y si él me libera?
Me levanto inmediatamente con una nota de alegría en mis ojos.
- Tienes razón, he de intentarlo. Saldré hoy mismo hacia el Reino Entrerríos y se lo preguntaré.
Me acerco al sillón donde se sienta Javier y le planto un beso en la frente.
- Gracias por intentarlo. Vuelve pronto.

martes, 4 de mayo de 2010

Todos

Una ráfaga de viento empieza a soplar. Las Princesas se agarran son sombreros. Los Príncipes sujetan bien a sus caballos. Pero el viento es mucho más fuerte que ellos. Los habitantes empiezan a huir hacia sus casas. Me levanto y salgo del agujero tambaleante. Por un momento pienso que el viento también me arrastrará a mí, pero algo me sostiene a tierra. Me doy la vuelta y oteo la linde del bosque. Unos segundos más tarde unas sombras empiezan a salir de entre los árboles y van tomando forma y color a medida que pisan la hierba del claro.
- ¿Qui… quiénes sois? – pregunto dejando caer la pala al suelo.
Todos sonríen a la vez.
- Somos tus amigos.
De repente un cuervo baja en picado del cielo y deja caer una de sus plumas sobre mis ojos.
La Princesa Carmesí, el Artesano de los Cables, la Maestra, el Herborista y el Tabernero. Están todos aquí, con sus deslumbrantes vestidos y una sonrisa radiante en el rostro.
Y yo llena de barro y de heridas.

lunes, 3 de mayo de 2010

La pala

Bajo la pluma con una sonrisa, pero ésta desaparece al instante. Fuera, alrededor de la casa, se oye un ruido ensordecedor. Javier me mira, pero yo estoy igual de asustada que él. Me llevo un dedo a los labios y le indico que guarde silencio. Me deslizo por el piso lentamente, camino a la puerta. Salgo con cautela.
Allí están todos: los Reyes, Princesas y Príncipes de todos los Colores, Artesanos, Ladrones… toda la gente a la que he ayudado. Todos congregados y con cara de enfado delante de mi casa.
La Reina hace que una de las Princesas me acerque una herramienta. Todos me miran con desdén, con odio, con superioridad.
La Princesa deja caer al suelo su mercancía y vuelve a acomodarse entre la multitud.
- Ya sabes lo que tienes que hacer, ¿no es cierto? – gritan todos al unísono.
Me arrodillo, acaricio la hierba y asiento con suavidad mientras recojo la pala. Me incorporo y empiezo a cavar con brío.
- Cavar un nuevo suelo, más profundo que el que estamos pisando; puesto que esto no es todo lo bajo que debo caer.
Comienzan a reír mientras cavo sin parar. El sol se oculta, pero no importa, ellos siguen ahí, observando.
Sé que él está mirando desde alguna parte también, pero no quiero mirarlo a los ojos. No se lo merece. No puedo hacerle eso. Es mi trabajo. Es mi castigo.

domingo, 2 de mayo de 2010

Pluma

- ¿Dónde estás? ¿Hechicera?
Oigo como Javier me busca por toda la casa. Pasa a mi lado sin darse cuenta de que estoy ahí. Me río para mis adentros. Es difícil reconocerme bajo esta forma. Espero a que se vaya a la cocina y me transformo rápidamente.
- Estoy aquí – grito con una sonrisa.
Él aparece por la puerta y su expresión de preocupación desaparece al verme. Pero vuelve a fruncir el ceño cuando su mirada llega a mis zapatos.
- ¿Qué son todas esas plumas de cuervo?
Me agacho, cojo una y me tapo la cara con ella.
- Soy yo.