lunes, 12 de abril de 2010

Encierro

Me despierto gritando y empapada en sudor. Me levanto, me calzo y miro el colchón. Esté todo lleno de sangre. La herida sigue goteando aunque su ritmo ha bajado. Frunzo el ceño y examino la herida. La presiono suavemente y un chorro de sangre vuelve a salir disparado. No debería estar así. Miro a mi alrededor y voy hacia las ventanas. Fuera está amaneciendo, pronto empezarán a venir los clientes.
No, no puedo permitir que vean esto. Cierro las ventanas con cerrojo y corro las cortinas de toda la casa. Al instante todo se queda oscuro. Enciendo una vela y la dejo en la mesa de la sale. Muevo el sillón hasta taponar la puerta y me siento en él.
- ¿Qué haces? – pregunta Javier desde un rincón.
Sonrío levemente mientras levanto la mano para que vea como la carne se pinta de carmesí.
- No quiero que nadie me vea así.
Él se acerca y se arrodilla cerca de mí. Me toma la mano buena y le da un suave apretón.
- Te vas a curar, ya lo verás.
- No, voy a morir, y no quiero que nadie lo vea.

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