viernes, 13 de febrero de 2009

Me incorporo y nos quedamos sentados uno frente al otro a menos de un metro.
- Puedes decirme lo que quieras, ya lo sabes.
Tomo aire y bajo la cabeza. No quiero mirarle mientras hablo.
- Se me alegra el día solo con verte, sabes cómo hacerme reír, siempre dices lo acertado en cada momento, me haces feliz cada vez que sonríes, siempre estás ahí cuando te necesito, sabes cuando estoy triste, sabes cómo animarme y cómo consolarme.
Me detengo un instante. Alzo un poco la cabeza. Él me mira expectante. Pongo los ojos en blanco y suelto un suspiro.
- Te adoro y daría la vida por ti.
Sus ojos se iluminan.
- Tu me amas.
Niego suavemente con la cabeza.
- No.
Él sonríe.
- No era una pregunta.

1 comentario:

  1. Pequeña, sabes que enamorarse es maravilloso, y no bueno.

    Y sabes qué más? Te dire por qué no es bueno. No es bueno porque estás aquí escribiendo.

    Lo que no es, no es.
    Y aprenderemos a dejar que pase.

    Duele. Es lo que toca.
    Y no sirve de nada que te lo diga.

    ResponderEliminar