martes, 16 de junio de 2009

3h en la estación.

Cuatro de la mañana y sigo sin ser persona.
Las horas pasan sin pausa mientras me iluminan las luces de la estación. Expectación, nervios, espera de un autobús que no llega. Y sin embargo, no importa. Horas de sueño perdidas, frío y canciones dentro de un coche vacío.
En algún lugar, no muy lejos de aquí, algún idiota se despierta, piensa y se duerme al cabo de un rato (no es cuestión de quedarse lo que queda de noche en vela).
Y así durante tres horas.
Casualidades de la vida: no era hoy el día convenido para el viaje. Esperemos que hoy (hoy sí) no vuelva a pasar nada de esto. Nada.

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