viernes, 15 de enero de 2010

Norma

Al fin, se sienta. La hechicera mira a su alrededor y deja el libro sobre la mesa.
- Creo que no tienes intención de irte, ¿no es así?
Él niega con la cabeza suavemente.
- Bien, pues entonces me veo obligada a ofrecerte una cama en mi humilde morada. Y a pedirte que restrinjas el uso de magia lo máximo.
El hechicero alza una ceja sin comprender.
- Pero, si somos hechiceros… ¿cómo no vamos a utilizar la magia?
Ella suelta un suspiro de incredulidad.
- Para mantenerlos alejados.
- ¿A quiénes?
- A ellos, a los fantasmas y espíritus.
Él frunce el ceño.
- ¿No se fueron hace ya mucho tiempo?
- Si, pero han regresado.

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